Espejo es un pequeño libro, que son dos, en realidad. Se trata de un juego, una apuesta. Lo escribì como si arrojara una moneda al aire. La cara tiene algo de sentido; ese soy yo. La cruz lo desarregla todo, y por tanto es la negación de la cara. "Espejo" es a la vez "Ojepse", y si comienzas a leerlo al revés, la interpretación se disloca. Por eso se trata de un divertimento. Y a pesar de ser un pequeño libro, una plaquette de narrativa que a la vez puede ser leída como poesía en prosa, no se trata de un texto simple. Eso porque justo es un capricho que le apuesta al enigma, más que a la solución de una anécdota determinada. En resumidas cuentas es la descripción de un contexto emocional muy de moda; el relato de un viaje de ácido en medio de una fiesta en el bosque.
César Cortés.
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