“QUICIO”: RECONCILIACIÓN POÉTICA CON EL MUNDO
Interesado en el uso de la palabra como una herramienta de reconstrucción del mundo, Julio César Toledo (1977), escritor oriundo de Chicontepec, Veracruz, realizó en Quicio un repaso por su pasado, una marcha atrás para reconciliarse con él mediante la escritura.
“Creo que la poesía tiene la capacidad de cambiar no sólo a los lectores, sino a quien la escribe, de hacerlo crecer”, explica el autor, quien se interesa por la relación de la poesía con lo sagrado, así como por las posibilidades que ésta ofrece para acercarse al mundo con la mirada de un infante.
Quicio, coeditado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la dirección general de Vinculación Cultural, mediante el Programa Cultural Tierra Adentro, es la respuesta de Toledo a una inquietud personal: su urgencia de reconstruir su relación con el mundo, “no sólo desde el aspecto de la forma del lenguaje, sino desde una conciencia del mismo, de su capacidad generadora.”
El nuevo poemario, se integra por dos secciones: "Fuego en tierra" y "Mar y soplo". En la primera parte, el autor se remonta a sus orígenes, a su infancia en el desierto mexicano y, al mismo tiempo, a sus raíces familiares en Líbano. La aridez del desierto figura como un símbolo que cristaliza su reconciliación con el mundo.
No sólo es un poemario introspectivo. Toledo admite que sus intereses sociales y políticos se colaron en la escritura en algunos textos. El más evidente es "Media noche en Bagdad", que habla sobre el hastío de la guerra, de la impotencia generacional ante el desastre inminente.
Mar y soplo, la segunda parte del libro, agrupa poemas menos formales y sirve como una contraparte al desierto. Es el lugar desde donde el autor pretende desatarse de sus orígenes y emprender un vuelo poético.
Más conectado emocionalmente con los poetas vivos que con los muertos, Julio César Toledo menciona la obra de Roxana Elvridge-Thomas, Julián Herbert y de Óscar David López, artistas de generaciones recientes que muestran de que la poesía mexicana se mueve por caminos tan disímbolos como atrayentes.
“Veo en los poetas de mi generación la intención de asumir la tradición poética de una manera distinta, no creo que sea una generación que reniega sobre lo ya hecho, pero sí que asume que no hay nada nuevo bajo el sol y que ahora debe darle una forma distinta a la poesía. Todos los poetas buscamos ser Adanes, ver las cosas con ojos de niño y nombrarlas por primera vez.”
Quicio, de Julio César Toledo
comentarios de Sergio Loo
Biblioteca Central
(López Rayón esq. Simón Bolívar. Las Américas.
Ecatepec, Estado de México).
Jueves 24 de julio de 2008, 18:30 horas.